INICIO

TOP 5 DESASTRES

TOP 5 DESCUBRIMIENTOS

TOP 5 TERREMOTOS Saul y Jeremy

Les traemos a continuacion los descubrimientos cientificos de la decada

La detección de las primeras ondas gravitacionales

En 1916, Albert Einstein propuso que cuando se aceleran objetos con masa suficiente, a veces pueden generar ondas que se desplazan por el tejido del espacio y el tiempo como las olas en la superficie de un estanque. Aunque más adelante Einstein dudó de su existencia, estos pliegues espaciotemporales —denominados ondas gravitacionales— son una predicción fundamental de la relatividad y su búsqueda ha cautivado a los investigadores durante décadas. En los años 70 aparecieron pistas sugerentes de la existencia de las ondas, pero nadie logró detectarlas de forma directa hasta 2015, cuando el observatorio LIGO de Estados Unidos sintió el temblor de la colisión distante de dos agujeros negros. El descubrimiento, anunciado en 2016, abrió las puertas a una nueva forma de «escuchar» el cosmos.

La reorganización del árbol familiar humano

identificados, cráneos fosilizados completos y la incorporación de nuevas ramas al árbol familiar. En 2010, el explorador de National Geographic Lee Berger desveló un antepasado distante llamado Australopithecus sediba. Cinco años después, anunció que el conjunto de cuevas de la Cuna de la Humanidad, en Sudáfrica, contenía los fósiles de una nueva especie: el Homo naledi, un homínido cuya anatomía se parece a la de un humano moderno y a la de parientes mucho más antiguos. Un estudio posterior también reveló que el H. naledi es sorprendentemente reciente: habría vivido entre hace 236 000 y 335 000 años.

La revolución del estudio del ADN prehistórico

Con la mejora exponencial de las tecnologías de secuenciación del ADN, en la última década se ha avanzado mucho hacia la comprensión de cómo nuestro pasado genético ha configurado a los humanos modernos. En 2010, un equipo de investigadores publicó el primer genoma casi completo de un Homo sapiens antiguo, lo que inició una década revolucionaria en el estudio del ADN de nuestros antepasados. Desde entonces, se han secuenciado más de 3000 genomas antiguos, como el ADN de Naia, una chica que falleció en el actual México hace 13 000 años. Sus restos figuran entre los esqueletos humanos intactos más antiguos descubiertos en las Américas. En 2010 también se anunció el primer borrador de un genoma neandertal, que proporcionó las primeras evidencias genéticas sólidas de que entre el uno y el cuatro por ciento del ADN de los no africanos modernos procede de estos parientes cercanos.

El descubrimiento de miles de exoplanetas

El conocimiento humano de los planetas que orbitan estrellas distantes dio un gran salto en la década de 2010, en gran medida gracias al telescopio espacial Kepler de la NASA. Entre 2009 y 2018, Kepler detectó más de 2700 exoplanetas confirmados, más de la mitad del total actual. Entre los grandes éxitos de Kepler figura el primer exoplaneta rocoso confirmado. Su sucesor, TESS, que se puso en marcha en 2018, ha empezado a escudriñar el firmamento y ya ha confirmado 34 exoplanetas.

La puerta a civilizaciones antiguas

Los arqueólogos también han hecho descubrimientos extraordinarios en la década de 2010. En 2013, un grupo de investigadores británicos halló los restos del rey Ricardo III bajo un aparcamiento. En 2014, se anunció que el complejo arqueológico del Castillo de Huarmey, en Perú, todavía albergaba una tumba real intacta. En 2016, se reveló el primer cementerio filisteo, lo que ofrece una ventana sin precedentes a las vidas del pueblo más enigmático y conocido de la Biblia hebrea. El año siguiente, se anunció que la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén se remonta a hace más de 1700 años, al primer emperador cristiano de Roma, lo que parece confirmar que se construyó en el sitio identificado por Roma como el lugar de la sepultura de Jesucristo. En 2018, los equipos que trabajaban en Perú anunciaron el mayor sacrificio infantil masivo descubierto hasta la fecha, mientras que otros grupos de científicos que estudiaban Guatemala detectaron más de 60 000 edificios mayas antiguos con láseres aéreos.